Recordando a mis padres hoy en el
cielo, Jesús Señaris Lens, y Carmen Calviño Gontan, y mi único hermano José
Señaris Calviño, y mi persona Dolores Señaris Calviño.
Esta es la única fotografía donde
pudimos estar los cuatro juntos, es un montaje de diferentes fotografías, pues
mi sueño era vernos todos juntos para poder apreciar la linda familia que éramos,
pero las circunstancias de la vida y la muerte se encargaron que no pudiésemos estar más tiempo juntos, viendo
esta fotografía 50 años más tarde en el 2012 solo pienso que hermosos nos
veíamos juntos. Paz en el cielo a mis padres y mucha salud para mi hermano y su
familia, ellos viven en Francia, y para mí en Venezuela muchas bendiciones y
salud.
Mi hermosa madre Carmen Calviño Gontan, con 36 años en Caracas 1964.
9 de septiembre de 1964 fallece en Caracas, mi
mamá Carmen Calviño Gontan a los 36 años. De un edema pulmonar fulminante.
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Mi mama Carmen, mi hermano José,
y mi persona Dolores, en Caracas en 1964.
La ultima fotografía que nos tomamos Mama mi hermano y mi persona Dolores, en un matrimonio en la Iglesia Altagracia en Caracas en Agosto de 1964 unos dias después el 9 de Septiembre de 1964 falleció Mama dejándonos a mi hermano de 11 años y a mi de 14 desconsolados y llenos de dolor y de miedo,
Mamá era una mujer delicada y
comía muy poco, estaba muy delgada y siempre estaba cansada; cuando recibía una
emoción muy fuerte o un disgusto, le daban fuertes taquicardias y se quedaba
casi sin aliento, tenía que reposar, respirar profundo y yo le daba un vaso con agua y azúcar y poco a poco se mejoraba. Al llegar del trabajo siempre se acostaba,
estaba muy agotada porque trabajaba mucho para poder mantener la casa ella
sola. Ella vivía fatigada, pero nunca fue a chequearse al médico, pues el
enfermo siempre era mi papá. Ya yo era una joven de 13 años, pero estaba cerca
de cumplir los 14. ¡Toda una mujer! Ese año terminé mi sexto grado con una
puntuación de 20/20, saqué mi curso de diseño y el día 20 de Septiembre de 1963
me entregaron mi diploma de diseño y alta costura. En la academia hicieron una
pequeña celebración, donde compartimos todas las compañeras; todas ellas eran
mayores, menos yo, que era la única jovencita. Para este acto, yo misma me hice
un vestido estampado, pegado al cuerpo y con escote en la espalda; me mandé
hacer un moño en la peluquería y mamá me compró unos zapatos blancos de tacón
de 5 cm. con unos brillanticos incrustados ¡Eran preciosos!
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Fotografía con la profesora y mis
compañeras de curso, celebrando nuestra graduación en 1963.
Brindis, celebración y entrega de diplomas de diseño y alta costura en la Academia Gilmar, año 1963
Todo el grupo de graduadas, solo
yo era la que tenía 13 años ese día fue la primera vez, que me ponía un vestido
de señorita, además confeccionado por mí con permiso de mi mama, quien cuando
le entregue el diploma me dio un abrazo tan grande que jamás olvidare, un año más
tarde partió dejándome sola para toda la vida, pero la llevo en el corazón,
donde quiera que estés mama. Gracias por darme tantos valores, y la vida, te amo.
Caracas 1963, Dolores Señaris Calviño.
Dolores Señaris Calviño.
Dolores Señaris Calviño y la profesora de la academia Gilmar..
Dolores Señaris Calviño, recibiendo su diploma de parte de la directora de la academia.
Dolores Señaris Calviño, con una compañera con sus diplomas en las manos entregados por la
directora.
Dolores Señaris Calviño, con unas compañeras y la directora.
Todo el grupo de graduadas en la sede de la academia con la directora.
Todo el grupo de graduadas en la sede de la academia con la directora.
Mamá compartió su alegría conmigo
cuando le entregué el diploma y el libro de diseño que yo había hecho como
tesis. Yo estaba orgullosísima de mi misma, me sentía muy bien y cuando llegué
a la casa vestida así, todos mis amigos celebraron conmigo. Luis me miraba
asombrado, el catire quería bailar conmigo, pero solo baile con Luis y de
pronto me di cuenta, que él ya no me miraba igual, se ponía rojo y a partir de
ese día me huía la mirada. Yo era tremendísima y empecé a perseguirlo con la
mirada, él bajaba la vista y me huía y yo me divertía muchísimo. Un Domingo, yo
estaba en la terraza con esta actitud, mi mamá se dio cuenta, me llamó y me
dijo “¿Qué pasa con Luis?” porque ella había visto el juego de miradas, yo me
reí y le dije “Mamá, estás viendo mal. Eso no es verdad” pero si era verdad, yo
lo acosaba con la mirada y él se escondía, cuando bailaba con él, se ponía
nervioso, sudaba y miraba para otro lado, para mí, era divertidísimo ver un
hombre de 32 años asustado por una chiquilla. Hoy sé que para él no era fácil,
él era un hombre maduro, con los pies puestos en la tierra y sabía pensar,
mientras yo, era una niñita mal criada y coqueta que solo me estaba divirtiendo
con la situación.
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Mi diploma de alta costura y diseño en 1963 tenía 13 años.
Mi diploma de alta costura y diseño en 1963 tenía 13 años.
Mi diploma.
Papá casi no compartía con
nosotras, de nuevo se enfermó y se puso grave, su úlcera empeoró, ya que él no
guardaba la dieta debida. Para ayudar a mi mamá, como ahora tenía mi título, empecé
a trabajar en un taller de alta costura que hacían trajes de novia y de gala,
me pagaban 60 Bolívares a la semana y trabajaba de 8 a.m. a 6 p.m. Esto quedaba
en el bulevar de Sabana Grande. Mamá me hacía para llevar al trabajo de almuerzo unos ricos panes redondos
rellenos con pollo ¡Riquísimos! Aún hoy recuerdo su sabor.
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Carnavales en Caracas en 1964.
Estamos en el mes de Febrero, el día 21 yo cumplí 14 años, se celebraba el Carnaval y una amiga de mamá me prestó una ropa, junto con otras amigas hicimos una comparsa de tres y nos fuimos todos a celebrar a un club llamado Los Amigos de Santiago que quedaba en La Candelaria. Cuando premiaron los disfraces nos ganamos un premio. Yo estaba feliz, porque era la primera vez que me disfrazaba.
Estamos en el mes de Febrero, el día 21 yo cumplí 14 años, se celebraba el Carnaval y una amiga de mamá me prestó una ropa, junto con otras amigas hicimos una comparsa de tres y nos fuimos todos a celebrar a un club llamado Los Amigos de Santiago que quedaba en La Candelaria. Cuando premiaron los disfraces nos ganamos un premio. Yo estaba feliz, porque era la primera vez que me disfrazaba.
Mis amiguitos disfrazados de novios y mi persona la madrina.
Somos tres niñas, ellas representaban los novios y yo era la madrina.
De pronto mamá empezó a pensar
mucho en mi hermano, sentía una gran angustia y grandes deseos de volver a
verlo, ella decía que no aguantaba más, que fuera como fuera lo mandaría a
buscar y empezó a tener unas fuertes pesadillas, se despertaba a media noche
llorando muy asustada. En las pesadillas mi hermano la llamaba, estaba muy
preocupada y empezó a ver en sus sueños a mi abuela paterna, quien le estiraba
las manos y la llamaba. Mamá pensó que como nunca le había prendido una vela,
nunca le había hecho una misa por eso se le aparecía, ella hizo todo eso, pero
las pesadillas se hicieron más seguidas y en una de esas pesadillas, ella
escuchó la voz de mi abuela que le decía “Manda a buscar a tu hijo”, como papá
era el que estaba muy enfermo, ella pensó que el mensaje de mi abuela
significaba que a papá le pasaría algo, porque mi abuela en sus pesadillas le
tendía las manos. La angustia de mamá era tan grande que solo pensaba en mi
hermano y decidió pedir la plata prestada para traer a mi hermano a Venezuela y
así lo hizo, en menos de 30 días estábamos en el Aeropuerto de Maiquetía en la Guaira
esperando que una aeromoza de la línea Venezolana “Viasa” nos entregara a mi
hermanito.
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Mi único hermano José Señaris
Calviño, llegando a Caracas de 11 años en 1964.
Así de guapo llego mi hermano de Galicia.
Esperándolo, mi mamá temblaba de la emoción, las lágrimas le corrían por las mejillas, pero esta vez eran de felicidad esperando a mi hermano, en una de esas al voltear vimos llegar a aquel niño que habíamos dejado de 7 años y ahora tenía 11, era un catire bellísimo y llegó impecablemente vestido con un traje gris claro, corbata y zapatos negros. Cuando lo vimos a través del vidrio de emigración, yo pensé: “Dios mío, qué hermoso es mi hermanito”. Mamá corrió y lo abrazó, rompió en llanto y decía “Por fin te veo hijo mío, perdóname por haberte dejado tanto tiempo solo”. Ella lo miraba y lo miraba, y cuando por fin lo soltó, él dio la vuelta se paró de frente a mí y me miró de arriba abajo, sus ojos eran de sorpresa, los tenía llenos de lágrimas, nos miramos los dos llorando, nos estábamos reconociendo, pero ninguno se movía. Yo le tendí las manos, él corrió y me dijo “Tu eres mi hermana, tanto tiempo sin verte, cuánto te extrañé, pero eres grande y muy guapa” luego se volvió y miró a papá de arriba abajo todo serio, le tendió la mano, mas no lo abrazó y le dijo “Tú debes ser mi padre”. Yo me di cuenta como miraba a papá, como acusándolo “Tú te las trajiste a ellas y a mí me dejaste solo”, eso fue lo que yo sentí en su mirada. Mamá estaba como loca de alegría.
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Mi hermano José con 11 años y mi
persona Dolores con 14 en Caracas en el año 1964.
Mi hermanito José y mi persona Dolores en la boda de mi prima Carmen Nieto en el año 1964.
Mi hermano es de signo acuario,
cumple años el 10 de Febrero y era tremendísimo, él no se entendía muy bien con
papá, pero con mamá si, ambos se la pasaban abrazados. Yo empecé a ponerme
celosa. Papá se mejoró un poco y consiguió un trabajo de cocinero en un
restaurante en las Torres del Silencio, pero él nunca nos daba la dirección de
su trabajo. Mamá siguió con las pesadillas y empezó a ver que mi abuela la
llamaba, le tendía las manos; esto no la dejaba dormir bien de noche, y adelgazó mucho y estaba pálida.
Mi mamá Carmen Calviño Gontan, en la cocina y en el patio de la casa con la niña de una amiga.
Estamos en el mes de Mayo de 1964
y era el día de las madres y por primera vez, mi hermano y yo compramos un
regalo para mamá. Para nosotros fue emocionante dárselo y para ella más.
Lástima que en esa época no teníamos cámara de fotografía, porque este era un
momento para tenerlo documentado a través de una fotografía. La primera cámara
que yo tuve, fue cuando mi hijo Isidro José nació, en 1971. Ya mi hermano
estaba en el colegio, lo inscribimos en el Colegio Experimental de Venezuela,
en la Avenida México, frente al hotel Caracas Hilton, hoy llamado Hotel Alba Caracas.
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Mi persona Dolores, mi mama Carmen
y mi hermano José en Caracas 1964.
Mi persona Dolores y mi hermano José Señaris Calviño con mamá en la boda de mi prima Carmen Nieto, en 1964.
Dolores Señaris Calviño.
En este tiempo Agosto se casó mi prima Carmen Nieto en la Iglesia de Altagracia ubicada en el centro de Caracas. Toda la familia y los amigos compartimos en el festejo, por primera vez estábamos los 4 juntos y nos tomaron distintas fotografías con toda la familia. La madrina de la boda fue mi prima Manola Nieto.
La boda de mi prima Carmen Nieto. Agosto de 1964.
El día 8 de Septiembre de 1964 acompañe a mama al auto mercado y me
compré unas ciruelas naturales que me encantaban, mi hermano y yo nos
peleábamos por ellas. Me las comí todas, con pepas y todo. El día 9 de
Septiembre del 64 me levanté en la mañana con unos fuertes dolores de barriga,
mi hermano se reía de mí, papá me dijo “Eso te pasa por golosa” estábamos los
cuatro juntos por primera vez en la mañana y ninguno sabía que esto no volvería
a pasar más nunca, fue la última vez. Mi
hermano se fue a su colegio, yo a mi trabajo, mamá al suyo y antes de salir nos
dio a cada uno un vaso de leche en polvo que ella batía en una olla y siempre
dejaba un poco para tomarse su café con leche en la noche ya que no teníamos
nevera y la leche solo se conservaba por horas. Nos despedimos. Al llegar a mi
trabajo, los retorcijones de barriga eran tan horrorosos, que me tuve que
devolver para la casa sintiéndome muy mal; me acosté y a las 4 de la tarde
llegó mamá, estaba pálida y cansada. Ella se recostó un rato, me tocó la
frente, yo tenía fiebre y ella dijo “Voy hacer una sopita de pollo con fideos,
para que te mejores” ordenó algunas cosas en la casa y vio que habían
mosquitos, ella me dijo “Salte un rato a la terraza, para rosear un poco de Plagatox” y así alejar a los mosquitos. Como a las 7 de
la noche mamá nos sirvió a mi hermano y a mí la última sopita de pollo, la cual
estaba riquísima, nunca la olvidaré, el sabor quedó impregnado en mi paladar
para toda la vida. Mamá calentó su leche, que había dejado en la mañana, le
puso azúcar y la colocó en un vaso encima de la mesa para que se enfriara un
poco. Mi hermano y yo nos fuimos los dos a la terraza, papá estaba trabajando,
yo me senté y desde la silla veía para dentro, donde mamá estaba parada al lado
de la mesa, vi que tomó el vaso de leche, lo llevó hasta su boca y luego vi que
se ahogaba, empieza a toser, se pone la mano en el pecho y me llama con un
grito. Yo corrí y le dije “Mamá ¿Qué te pasa?” ella casi no podía hablar y
medio me dice “Me ahogué” yo le doy una palmadita y le digo “¿Se te fué por el
camino viejo?”, pero ella se cayó de rodillas ante mi asombro, los ojos se le
voltearon y empezó a botar la leche de regreso por la boca como una espuma
blanca y terminó de caerse en la suelo, tenía los ojos cerrados, yo grité y
busqué ayuda de los vecinos, ellos la tomaron por debajo de los brazos y la
levantaron para llevarla a una clínica, corrían con ella, bajaron las escaleras
y mi hermanito y yo corríamos detrás de ellos aterrados; Llegaron a la calle y
en la esquina había una clínica, al llegar a la puerta no nos quisieron abrir y
no la atendieron, diciéndonos que no tenían emergencia. Así que escuche que
alguien dijo: “Llevemosla al Hospital Salas” en la calle Salas, en Altagracia;
donde hoy esta el edificio del Ministerio de Educación.
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Fotografía familiar en a iglesia de Altagracia en el centro de Caracas.
Fotografía familiar en a iglesia de Altagracia en el centro de Caracas.
Carmen y Argimiro con la familia a la derecha mamá, papá y mi hermanito.
Carmen y Argimiro a la derecha mama, mi hermanito, y mi persona Dolores.
Mi hermano y yo, solos y muy
asustados, no sabíamos donde trabajaba mi papá, estábamos con los vecinos y
ellos nos montaron en un carro donde estaba mamá, ella ya no hablaba, yo
pensaba que estaba desmayada. ¡Que equivocada estaba! pero por mi mente nunca
pasó que se moriría, yo pensaba que estaba intoxicada, que no era nada, que se
mejoraría. Cuando llegamos al hospital se la llevaron en una camilla, para
emergencia, eran las 8 de la noche del 9 de Septiembre de 1964. Mi hermanito y
yo solitos en aquél hospital, donde llegaba un montón de gente herida de todas
partes, nos acompañaban algunos vecinos, llegó la policía y la prensa, nos
tomaron declaraciones, ¿Qué era lo que había pasado? Yo le expliqué la versión
del plagatox, de la sopa, de la leche y que no sabíamos dónde estaba papá y solo sabíamos que trabajaba en las Torres del Silencio. Mi hermano estaba mudo,
en silencio total, rígido. Yo veía que los médicos iban y venían, pero nadie me
daba respuestas de mi mamá. Eran las 10 de la noche y estábamos solos en
aquel hospital, las enfermeras me decían que estuviese tranquila, que había que
buscar un representante, pero yo solo quería ver a mi mamá, así que empecé a
correr y a abrir puertas por todo el hospital para buscarla. De pronto en una
de las salas encontré a mamá; estaba sola tirada en una camilla acostada boca
arriba, tenia los ojos cerrados, la espuma de la leche aun le salía por un lado
de la boca, temblaba al mover los brazos y las manos. Me acerqué y le hablé pero ella no me respondió, no decía nada. Entró una enfermera y yo le grité “Dígame ¿Qué tiene mi mamá?” y ella dijo “Sal de aquí, no le hables. Está en
coma y no te escucha.” Ella gritó “Llévense esta niña de aquí” de un solo golpe
me sacaron y esa fue la última vez que vi a mi mamá, se fue y no se despidió de
mi, no me dijo nada, no le dio tiempo. Los médicos nos dijeron que no podíamos
estar en ese hospital más, que nos llevaran a la casa y buscarán a mi papá. Mi
hermano y yo agarrados de las manos, no nos queríamos ir ¿Cómo íbamos a dejar a
mi mamá ahí botada? ¿Y si nos necesitaba? Por mi mente nunca pasó que se podía
morir, yo no sabía lo que era estar en coma, pues nadie había explicado, yo nunca
había visto a nadie morir cerca de mí y pensé “Mamá será fuerte y pronto se va
a mejorar”.
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De izquierda mi papá Jesús, mama
Carmen y mi hermano José, derecha Mama mi hermano y mi persona Dolores en la iglesia..
Papá, mamá y mi hermanito. Mamá, mi hermanito y yo, en la boda de mi prima Carmen Nieto 1964.
Nos llevaron de vuelta a la
pensión, todos en aquella casa de tres pisos estaban despiertos, estaban en el
patio y en la terraza esperándonos. Nadie durmió en aquella casa, Luis se hizo
cargo de mi hermano, lo llevó a dormir a su cuarto y yo me acurruqué en la cama
de mi mamá. Todos los vecinos estaban acompañándonos y caminaban de un lado a
otro, me decían que habían ido a buscar a mi papá. Ya era la 1 de la madrugada
y yo no sabía nada de mi mamá. Estando acostada de pronto sentí un frío horrible, sentí que mi mamá me hablaba, me asusté y me senté en la cama,
percibía el olor de mi mamá y un gran dolor en el pecho.
Empecé a ver las caras de todos, unos viéndose a otros, apagaron las luces y en eso veo a Luis que entra al cuarto, se sienta en la cama de mi mamá, me agarra las manos y me dice “¿Tienes frío? ¿Quieres algo?” yo me sonreí y le dije “¿Quiero que venga mi mamá?” El bajó la cabeza y me dijo “Quiero que cuentes conmigo para lo que necesites, tu hermano está conmigo. Vamos a esperar que tu papá llegué” Yo empezaba a sentir que me estaban ocultando algo y escuché que alguien dijo “Ahí viene llegando su papá” Yo me paré de un solo golpe, descalza y corrí por los pasillos, bajé las escaleras y atravesé el patio. El corazón me latía muy fuerte, parecía que se me saldría del pecho y todos los vecinos decían “Agárrenla que se va a caer” llegué a la calle y veo venir a mi papá, lo traían agarrado por debajo de los brazos; de un lado mi tío Jesús Gontan y del otro su hijo Manolo. Agarré a mi papá por la pechera y le gritaba “¿Dime que pasó con mi mamá?” él me miraba, sus ojos estaban muy abiertos, pero no decía nada eran las 2 de la mañana estábamos en la mitad de la calle "Peligro A Pele El Ojo" en la Candelaria, fue mi tío el que me dijo: “Tu mamá murió”. Aquellas palabras retumbaron en mis oídos e hicieron eco y pegué un grito desgarrador que se escuchó en toda La Candelaria. Me agarraron de los brazos y me subieron a la casa, la policía PTJ, hoy en día CICPC, venía con mi papá, porque el médico certificó que la muerte de mamá era por envenenamiento. En medio de mi llanto y mi dolor la PTJ me interrogaba y fue Luis el que me agarró entre sus brazos y él llorando conmigo le dijo a la policía que respetara mi dolor. Mi hermano no estaba, no lo vi, estaba con otras personas, papá no hablaba, estaba dopado. Yo sé que lloré mucho y del cansancio me quedé dormida, junto a Luis que estaba sentado en la cabecera de la cama de mi mamá y algunos vecinos.
Empecé a ver las caras de todos, unos viéndose a otros, apagaron las luces y en eso veo a Luis que entra al cuarto, se sienta en la cama de mi mamá, me agarra las manos y me dice “¿Tienes frío? ¿Quieres algo?” yo me sonreí y le dije “¿Quiero que venga mi mamá?” El bajó la cabeza y me dijo “Quiero que cuentes conmigo para lo que necesites, tu hermano está conmigo. Vamos a esperar que tu papá llegué” Yo empezaba a sentir que me estaban ocultando algo y escuché que alguien dijo “Ahí viene llegando su papá” Yo me paré de un solo golpe, descalza y corrí por los pasillos, bajé las escaleras y atravesé el patio. El corazón me latía muy fuerte, parecía que se me saldría del pecho y todos los vecinos decían “Agárrenla que se va a caer” llegué a la calle y veo venir a mi papá, lo traían agarrado por debajo de los brazos; de un lado mi tío Jesús Gontan y del otro su hijo Manolo. Agarré a mi papá por la pechera y le gritaba “¿Dime que pasó con mi mamá?” él me miraba, sus ojos estaban muy abiertos, pero no decía nada eran las 2 de la mañana estábamos en la mitad de la calle "Peligro A Pele El Ojo" en la Candelaria, fue mi tío el que me dijo: “Tu mamá murió”. Aquellas palabras retumbaron en mis oídos e hicieron eco y pegué un grito desgarrador que se escuchó en toda La Candelaria. Me agarraron de los brazos y me subieron a la casa, la policía PTJ, hoy en día CICPC, venía con mi papá, porque el médico certificó que la muerte de mamá era por envenenamiento. En medio de mi llanto y mi dolor la PTJ me interrogaba y fue Luis el que me agarró entre sus brazos y él llorando conmigo le dijo a la policía que respetara mi dolor. Mi hermano no estaba, no lo vi, estaba con otras personas, papá no hablaba, estaba dopado. Yo sé que lloré mucho y del cansancio me quedé dormida, junto a Luis que estaba sentado en la cabecera de la cama de mi mamá y algunos vecinos.
Cuando abrí los ojos, eran las 7
de la mañana del día 10 de Septiembre y vi a mis primas, tíos, vecinos vestidos de negro. Mis primas me vistieron toda de negro, me pidieron ropa para
mamá y le mandé su blusa blanca con cuello de bebé de encaje, su suéter
gris que tanto le gustaba, una falda
negra y sus zarcillos de perlas. Había que esperar que le hicieran la autopsia
y hacer los trámites para que llegara a las 10 de la mañana a la funeraria. Mi
hermano me miraba vestida de negro y estaba asustado y mudo, no derramó ni una lágrima, no se movía, era
un autómata. Luis siempre nos acompañó a los dos, siempre estaba cerca de
nosotros, su mirada era de angustia y de preocupación. Llegamos a la funeraria
La Inmaculada, frente al parque Carabobo, en la Avenida México. Cuando entré,
había mucha gente que se me acercaba a darme el pésame, mas yo solo quería ver
a mi mamá, pues en mi mente pensaba que era mentira, ella no podía dejarme sola
y menos sin avisarme. ¡No, ella no podía haberse muerto, todos me mentían!
Cuando llegué a la capilla y vi aquel ataúd negro, en medio de la sala, me
impresionó mucho, yo nunca había visto uno así. Papá estaba sentado con mis
tíos, callado, vestido todo de negro, mirándome con aquellos ojos de miedo y de
angustia, diciéndome “¿Ahora que haremos?” lo abracé y lloré mucho, luego me fui
calmando. Solo me faltaba acercarme a aquel ataúd, pero tenía miedo, yo nunca
había estado en una funeraria y mucho menos había visto un muerto, aquella
muerta era mi mamá. Me fui acercando poco a poco a la ventanita del ataúd y ahí
estaba la cara de mi mamá. Me quedé viéndola, estaba maquillada, tenía los ojos
abiertos entornados y me miraba, una media sonrisa en los labios, parecía que
estuviera viva. De repente empecé a gritar y decía “Sáquenla de ahí, ella está viva, me está mirando, se está riendo conmigo” y por muchos años en mi corazón y mente no quería aceptar que mi madre estaba muerta, pensaba que estaba de viaje y
un día volvería a buscarme, pero nunca volvió.
Lo entendí cuando el dolor pasó y
después de muchos años también entendí qué, el 10 de Septiembre a la 1 de la madrugada cuando sentí
tanto frío, sentí su aroma y creí oírla, fue la hora en que mi mamá paso de
plano, su presencia y su energía, estaban despidiéndose de mi, pero yo no la
podía ver, mas si la sentí; así lo entiendo hoy.
Al entierro de mamá fue mucha gente, porque salió en la prensa y en las noticias del programa 'El observador' de RCTV que había muerto por envenenamiento (No fue por envenenamiento). Al practicarle la autopsia, el informe médico diagnosticó: "Congestión del pulmón izquierdo, edema pulmonar fulminante, por sus 36 años". 20 años después supe la razón de una muerte tan repentina en una mujer tan joven. El 11 de Septiembre llegamos al Cementerio General del Sur, en el Municipio Libertador y veo aquél hueco, la futura casa de mi mamá ¡Horrible! Encima del hueco pusieron el ataúd y el cura empezó a rezar, había mucha gente. Mi hermanito y yo estábamos cada uno de un lado de papá y mi primo Manolo y Pepe Gontan al lado de nosotros. Yo escucho que dicen “Bájenlo” y papá hizo que abrieran la ventanita, yo me agaché a darle un beso a través del vidrio y ella me miraba y estaba sonriendo; ésto fue traumático, pues para mí estaba viva, luego se agachó mi hermano y mi papá, luego la bajaron y empezaron a echarle tierra, nosotros viéndolo. ¡Estaban tapando a mi madre, no la vería más! ¿Cómo iba a vivir sin ella? Hoy en día pienso, que no se debe hacer esto, ni enterrar a las personas, se deben cremar, el dolor no es tan largo, esto produce un dolor irreparable, no se puede despedir a un ser querido en esta forma, mis hijos y yo un día tomamos la decisión que cuando nos vayamos al otro plano, nos cremen y nuestras cenizas sean esparcidas en el mar; ésto es mas rápido y menos doloroso. Eso hice con mi hijo Isidro José. Hoy en día comprendo las pesadillas de mamá, la energía de mi abuela. Ella le estaba avisando que tenía que partir, mas le faltaba algo por hacer, era volver a ver a su hijo. Cuando lo trajo y cumplió su misión, por alguna razón se tuvo que ir. Su misión había terminado en la tierra, en ese cuerpo, mas yo hoy estoy segura de que su energía toda la vida me ha acompañado, pues en los momentos mas difíciles de mi vida, su aroma me ha llegado, a veces el recuerdo de sus panes, el sabor del plátano que me hacía ¡Ninguno como el de ella!
Ya era mas madura, llegando al final de mi niñez y al inicio de mi adolescencia, pues a partir de este episodio, ya era una mujer con dolor y tendría que enfrentar el mundo sola. Ahora sé que la gran imagen de toda mi vida fue mi madre, todo lo que yo soy, mi calidad humana, mis sentimientos, mi rectitud, todo en mi vida tiene que ver con ella y desde aquí le doy las gracias por haberme dado la vida y haber querido ser mi madre.
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Mi papa Jesús Señaris Lens y mi persona Dolores Señaris Calviño.
Al entierro de mamá fue mucha gente, porque salió en la prensa y en las noticias del programa 'El observador' de RCTV que había muerto por envenenamiento (No fue por envenenamiento). Al practicarle la autopsia, el informe médico diagnosticó: "Congestión del pulmón izquierdo, edema pulmonar fulminante, por sus 36 años". 20 años después supe la razón de una muerte tan repentina en una mujer tan joven. El 11 de Septiembre llegamos al Cementerio General del Sur, en el Municipio Libertador y veo aquél hueco, la futura casa de mi mamá ¡Horrible! Encima del hueco pusieron el ataúd y el cura empezó a rezar, había mucha gente. Mi hermanito y yo estábamos cada uno de un lado de papá y mi primo Manolo y Pepe Gontan al lado de nosotros. Yo escucho que dicen “Bájenlo” y papá hizo que abrieran la ventanita, yo me agaché a darle un beso a través del vidrio y ella me miraba y estaba sonriendo; ésto fue traumático, pues para mí estaba viva, luego se agachó mi hermano y mi papá, luego la bajaron y empezaron a echarle tierra, nosotros viéndolo. ¡Estaban tapando a mi madre, no la vería más! ¿Cómo iba a vivir sin ella? Hoy en día pienso, que no se debe hacer esto, ni enterrar a las personas, se deben cremar, el dolor no es tan largo, esto produce un dolor irreparable, no se puede despedir a un ser querido en esta forma, mis hijos y yo un día tomamos la decisión que cuando nos vayamos al otro plano, nos cremen y nuestras cenizas sean esparcidas en el mar; ésto es mas rápido y menos doloroso. Eso hice con mi hijo Isidro José. Hoy en día comprendo las pesadillas de mamá, la energía de mi abuela. Ella le estaba avisando que tenía que partir, mas le faltaba algo por hacer, era volver a ver a su hijo. Cuando lo trajo y cumplió su misión, por alguna razón se tuvo que ir. Su misión había terminado en la tierra, en ese cuerpo, mas yo hoy estoy segura de que su energía toda la vida me ha acompañado, pues en los momentos mas difíciles de mi vida, su aroma me ha llegado, a veces el recuerdo de sus panes, el sabor del plátano que me hacía ¡Ninguno como el de ella!
Ya era mas madura, llegando al final de mi niñez y al inicio de mi adolescencia, pues a partir de este episodio, ya era una mujer con dolor y tendría que enfrentar el mundo sola. Ahora sé que la gran imagen de toda mi vida fue mi madre, todo lo que yo soy, mi calidad humana, mis sentimientos, mi rectitud, todo en mi vida tiene que ver con ella y desde aquí le doy las gracias por haberme dado la vida y haber querido ser mi madre.
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Por muchas razones, experiencias
personales, por lo mucho que he leído y documentado, yo pienso que tenemos
otras vidas y de allá reencarnamos de nuevo en otro cuerpo, pero en nuestro núcleo
familiar y regresamos con otra misión, nuestro próximo destino ya está escrito,
si no es así, como se puede explicar que tres hermanos vivieran el mismo dolor de perder
un hijo tan joven; primero muere mamá de 36 años, luego muere Manolo Gontan primo hermano de mama más o
menos de la misma edad, después muere José Calviño Santos primo hermano también muy cercano a esa misma edad;
todos eran primos hermanos, nacidos en España y emigraron los tres a Venezuela,
dejaron sus raíces aquí y se fueron. Dos de ellos regresaron a su hogar natal España y murieron allá, por casualidad en su tierra, pero mamá nunca volvió y
su cuerpo fue enterrado en Caracas-Venezuela ¿Cuál fue su misión? ¿Y la de
ellos cuál fue? No lo sé, pero lo que sí
sé, es que en este mundo nada es casual, todo está escrito, sino, basta con
leer este relato y ver que las cosas se repiten. En mi vida he tenido dos hijos,
los he criado sola al igual que mamá, con la misma lucha, en otras
circunstancias, en otro país, pero siempre sola. ¿Por qué? ¿Cuál es mi misión?
Eso, solo lo sabe el destino, que ya está escrito para mí. ¿Cuándo obtendré esas
respuestas? No lo se, solo el universo lo sabe, porque allí lo escribió Dios.
Llegamos del cementerio, mi
hermano me tenía miedo porque estaba vestida de negro, él seguía mudo, al igual
que mi papá. Los tres estábamos tan tristes y desolados, vestidos de aquél negro horrible. Era tan grande nuestro dolor que ni siquiera nos hablábamos, no nos mirábamos, solo cada uno pensaba “¿Y ahora que voy hacer?” mi hermanito no quiso dormir temporalmente en la habitación, él no había soltado ni una lágrima, estaba extraño, no se movía, no levantaba la mirada del piso, no hablaba, no
comía, así que Luis se lo llevó para su cuarto y estaba tan agotado que allá se quedó dormido.
Al día siguiente me contó Luis que le dio una crisis de llanto y luego poco a
poco se fue calmando, a mi no se acercaba, al verme se alejaba.
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Los recordatorios del fallecimiento de mamá, que papá mandó hacer.
Los recordatorios del fallecimiento de mamá, que papá mandó hacer.
Recordatorio de muerte de mamá.
Al día siguiente empezó otra vida
para nosotros, no teníamos comida ni plata. Papá se fue a su trabajo y nos
quedamos solos viéndonos el uno al otro. Yo empecé a guardar todas las cosas de mamá
en un baúl, una por una las iba doblando y las lágrimas me corrían por las
mejillas, pues no entendía por que Dios nos mandó aquella prueba tan grande a
tan corta edad. ¿Qué íbamos hacer ahora? Viendo a mí alrededor una habitación desolada con dos niños llenos de miedo y de
dolor, volteé, vi a mi hermanito que estaba durmiendo y me juré a mi misma que
yo iba a salir adelante, que tendría una casa grande y bonita como la que ya había
visto antes, me juré que iba a tener coche, me juré prepararme y estudiar, "No
se como lo lograré, pero por lo pronto lo decreté" eso me dije a mi misa, lo visualicé ¡No importa el
tiempo que pase, pero lo lograré! Me senté en la cama de mamá y con el
agotamiento me quedé dormida.
A papá no lo veíamos, pues él
trabaja de noche y dormía de día. En la mañana cuando nos íbamos él no había llegado; yo me iba al trabajo y mi hermanito al colegio, éste se quedaba todo el día
solo. No teníamos comida y papá ni pendiente, él tenía tantos remordimientos,
estaba todo el tiempo vestido de negro, su enfermedad se agravó y vivía amargado.
Los domingos se levantaba y se iba todo el día para el cementerio, nuestras
vidas no tenían rumbo, ya mi hermano no podría ir mas al colegio, yo ganaba 60 bolívares
a la semana, papá no nos daba nada ¿Qué íbamos hacer? Mi hermano empezó a
portarse muy mal, se iba para la calle. Yo me iba a las 8 de la mañana y
llegaba a las 7 de la noche, nadie lo cuidaba, solo comíamos pan y leche, a
veces papá traía algo que sobraba en el restaurante. Viendo ésto, papá decidió que
mi hermanito se regresaría conmigo a España, yo enfrenté a mi papá y le
dije que yo no me iría, yo no iba a dejar sola a mi mamá enterrada aquí, además
¿Qué iba hacer yo allá? Yo me opuse fuertemente y él me dijo que me podía quedar,
pero que yo sola debía mantenerme. A mi hermano se le iluminaron los ojos de
felicidad de regresar con sus abuelos, con sus tíos, sus amigos, ya que él no se acostumbraba del
todo aquí, además que en este país solo había encontrado dolor y él solo quería
irse, él no quería a papá y papá a él tampoco. Yo era su hermana, pero era una
extraña para él, pues teníamos solo 6 meses compartiendo de nuevo desde que nos separaron. Entre todos mis primos y
los vecinos se hizo una recolecta para poder enviar a mi hermano de nuevo a
España y en menos de 15 días estábamos en el aeropuerto de Maiquetía,
despidiendo a mi hermanito. Yo lloraba desconsolada, la tristeza me invadía y
pensaba que mi hermano era lo único que me quedaba, pero ahora se iba. Mi
hermanito el no veía el momento de subir al avión de Viasa, la línea área venezolana
que lo llevaría de vuelta. Llegó el momento de la despedida, mi hermano todo
serio le dio la mano a papá y me miró, estaba feliz y triste, yo lo abracé y
lloré en su hombro en silencio, al soltarlo sin decir nada se alejó, ahora era
yo la que a través del vidrio veía alejarse a mi hermanito que tenía solo 11 años.
El avión despegó y yo me quedé, parada
sola en aquél aeropuerto viendo el cielo azul de la Guaira, era un atardecer,
eran las 5 de la tarde del mes de Octubre de 1964; hace un mes que mamá se había
ido y ahora se iba mi hermanito, papá me llamó diciendo “Vente, muévete nos
vamos” y yo lo seguí en silencio. Así llegué a la casa, papá se fue y yo me
quedé sola en esa habitación a oscuras, arrinconada sentada en el piso. Estaba
desolada y tenía un porta-retrato con la foto de mamá al cual lo abrazaba indefinidamente, era lo único que me acompañaba. Estuve mucho tiempo así, de vez en cuando
miraba la foto y la apretaba contra mi pecho y así me quedé dormida.
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Con este montaje que mande hacer
con distintas fotografías, recuerdo lo hermosa que era mi familia, que debido a
las circunstancias nunca estuvimos juntos por mucho tiempo.
Esta es la única fotografiara en la que
hemos logrado estar los 4 juntos y es un montaje de distintas fotografías que yo mande hacer..
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Nota de la Autora:
A solicitud de algunas personas que entraron al capítulo que no entendieron muy bien como murió mamá; aquí se lo explico de forma mas detallada:
Recordemos que anteriormente en capítulos anteriores expliqué que
20 años después de que murió mamá descubrí que lo que ella tuvo en Galicia era
Tromboflebitis. El estar de reposo hizo que la pierna se desinflamara, pero
nunca fue tratada y ésta es una
enfermedad silenciosa, por años le produjo todos los síntomas que se explican anteriormente y que fueron los que la llevaron a la muerte. La Tromboflebitis en la mayoría de
los casos si no es tratada a tiempo, termina en una Trombosis Venosa Profunda y se forman coágulos; le dejamos
una explicación sobre que es ésto:
Vídeo ilustrativo de como se forma la Tromboflebitis y luego la trombosis venosa.
Breve historia medica.
La Trombosis Venosa Profunda, generalmente abreviada como TVP, consiste en la formación de un coágulo sanguíneo o trombo en una vena profunda. Es una forma de trombosis venosa que usualmente afecta las venas en la parte inferior de la pierna y el muslo, como la vena femoral o la vena poplítea, o las venas profundas de la pelvis.
Un TVP puede ocurrir sin síntomas, pero en muchos casos la extremidad afectada se volverá dolorosa, hinchada, roja, caliente y las venas superficiales puede distenderse repletas de sangre que circula mal. La mayor complicación de una TVP es que podría desalojar el coágulo y viajar a los pulmones, causando una embolia pulmonar.
Vídeo ilustrativo de cómo se
forma un trombo o coagulo.
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Como cambia la vida al morir nuestros padres.
Después de la muerte de los
padres, la vida cambia mucho. O quizás, muchísimo. Enfrentar la orfandad,
incluso para personas adultas, es una experiencia abrumadora. En el fondo de
todas las personas siempre sigue viviendo ese niño que siempre puede acudir a
la madre o al padre para sentirse protegido. Pero cuando se van, esa opción
desaparece para siempre.
Vas a dejar de verlos, no una
semana, ni un mes, sino el resto de la vida. Los padres fueron las personas que
nos trajeron al mundo y con quienes
compartiste lo más íntimo y frágil. Ya no estarán aquellos seres por los
que, en gran medida, llegamos a ser lo que somos.
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La muerte: hablar de ella a
vivirla.
Nunca estamos del todo preparados
para enfrentar la muerte, más aún si se trata de la de uno de nuestros padres.
Es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente.
Normalmente lo máximo que se consigue es a asumirla y a convivir con ella. Para
superarla, al menos en teoría, tendríamos que entenderla y la muerte, en
sentido estricto, es del todo incomprensible. Es uno de los grandes misterios
de la existencia.
Obviamente, el modo en el que
integremos las pérdidas va a tener mucho que ver con la manera en la que se
hayan producido. Una muerte de las llamadas “por causas naturales” es dolorosa,
pero lo es más un accidente o un asesinato. Si la muerte fue precedida por una
larga enfermedad, la situación es muy distinta a cuando se produjo de manera
súbita.
También incide la diferencia en
tiempo entre la muerte del uno y el otro: si ha pasado poco tiempo, el duelo
será más complejo. Si, en cambio, el lapso es más extenso, seguramente
estaremos un poco mejor preparados para aceptarlo.
Realmente no sólo se va un
cuerpo, sino todo un universo. Un mundo hecho de palabras, de caricias, de gestos.
Inclusive, de reiterativos consejos que a veces hartaban un poco y de“manías”
que nos hacían sonreír o frotarnos la cabeza porque les reconocemos en ellas.
Ahora comienzan a extrañarse de un modo inverosímil.
La muerte no avisa. Puede presumirse, pero
nunca anuncia exactamente cuándo va a llegar Todo se sintetiza en un instante y
ese instante es categórico y determinante: irreversible. Tantas experiencias
vividas al lado de ellos, buenas y malas, se estremecen de repente y quedan
sumidas en recuerdos. El ciclo se cumplió y es momento de decir adiós
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“Lo que está, sin estar”…
Pensamos, por lo general, que
nunca va a llegar ese día, hasta que llega y se hace real. Nos quedamos en
shock y solamente vemos una caja, con un cuerpo rígido y quieto, que no habla
ni se mueve. Que está ahí, sin estar ahí…
Porque con la muerte comienzan a
entenderse muchos aspectos de las vidas de las personas fallecidas. Aparece una
comprensión más profunda. Quizás, el hecho de no tener presente a las personas
queridas suscita en nosotros el entendimiento sobre el porqué de muchas
actitudes hasta entonces incomprensibles, contradictorias o incluso repulsivas.
Por eso, la muerte puede traer
consigo un sentimiento de culpa frente a quien murió. Es necesario luchar
contra ese sentimiento, ya que no aporta nada, sino que te hunde más en la
tristeza, sin poder remediar. ¿Para qué culparse si uno cometió errores?
Somos seres humanos y acompañando a esa despedida tiene que existir un perdón:
del que se va hacia el que se queda o del que se queda hacia el que se marcha.
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Mi padre Jesús Señaris Lens,
Disfrútalos mientras puedas: no van a estar para siempre…
Cuando mueren los padres, con independencia de la edad, las personas suelen experimentar un sentimiento de abandono. Es una muerte diferente a las demás. A su vez, algunas personas se niegan a darle importancia como mecanismo de defensa, en forma de una negación encubierta. Pero esos duelos no resueltos retornan en forma de enfermedad, de fatiga, de irritabilidad o síntomas de depresión.
Los padres son el primer amor. No
importa cuántos conflictos o diferencias se hayan tenido con ellos: son seres
únicos e irreemplazables en el mundo emocional. Aunque seamos autónomos e
independientes, aunque nuestra relación con ellos haya sido tortuosa. Cuando ya
no están, se experimenta su falta como un “nunca más” de una figura de
protección y de apoyo que, de uno u otro modo, siempre estuvo ahí.
De hecho, quienes no conocieron a
sus padres, o se alejaron de ellos a temprana edad, suelen cargar toda su vida
con esas ausencias como un lastre. Una ausencia que es presencia: queda en el
corazón un lugar que siempre los reclama.
De cualquier modo, una de las
grandes pérdidas en la vida es la de los padres. Puede ser difícil de superar
si hubo injusticia o negligencia en el trato hacia ellos. Por eso, mientras
estén vivos, es importante hacer conciencia de que los padres no van a estar
ahí para siempre. De que son, genética y psicológicamente, la realidad que nos
dio origen. Que son únicos y que la vida cambiará para siempre cuando se vayan.
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Dolores Señaris Calviño, autora
del blog( Sola
en América)
Dolores Señaris Calviño con 14 años en 1964 en Caracas,
Mi persona Dolores Señaris
Calviño, llena de tristeza con la perdida de mi mama a los 14 años, y a los 16
perdí a mi padre, jamás los olvidaré toda la vida me han hecho mucha falta pero
tuve que acostumbrarme a vivir y salir adelante sin ellos.
Escribir, este capítulo para mí a
sido revivir de nuevo, todas esas emociones tan dolorosas para mi padre, mi
hermano, y para mi perder a la madre de esta forma nos deja marcados para toda
la vida, en mi caso el recuerdo de ella hizo que yo luchara en la vida, para
ser la mejor en todo, mi hermano logro una buena estabilidad económica y una
familia hermosa, Dios nos bendigo a el en un país en Europa Francia, y a mí en
el país con nombre de mujer Venezuela, Gracias a todas las personas que de
distintos Países me están siguiendo, un gran abrazo y feliz navidad- Dolores
Señaris Calviño.
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Nota:
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